13 abril, 2017 Vocal Studio

Cantar sin forzar la voz

En este artículo vamos a aprender una postura corporal para cantar cómoda y natural, sin forzar la voz, y a conocer las cinco tensiones más comunes del canto y cómo librarnos de ellas.

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Cantar con la garganta, gritar, forzar la voz, chillar, cantar con tensión… Todas estas expresiones significan cantar con esfuerzo, empujando, y desperdiciando energía, lo que tiene varios inconvenientes:

  •       Forzar la voz perjudica nuestra resistencia (nos cansamos antes y no podemos cantar por periodos largos de tiempo sin sufrir).
  •       Sufre la calidad de nuestro sonido (las tensiones limitan nuestro volumen y empobrecen nuestro timbre).
  •       Nos desconcentran al crearnos incomodidad o incluso dolor.
  •       A medio plazo, pueden convertirse en un problema más grave aún, como nódulos, contracturas, etc.

Antes que mejorar el timbre, la afinación, aprender repertorio o ampliar el registro, lo primero que queremos de una clase de canto es aprender a cantar sin forzar la voz. En este artículo te proponemos cómo lo hacemos con nuestro método, y si bien es difícil aprender a cantar leyendo un texto y sin la ayuda de un profesor, esperamos que esta información te ayude a mejorar.

La primera técnica para deshacernos de una tensión consiste en tomar conciencia de ella, como veremos más adelante.

Para ello te vendrá bien tener un espejo en el que puedas verte desde el pecho hasta la cabeza. También puedes —y a veces será más efectivo— grabarte en video desde un ángulo  de perfil.

Las tensiones suelen estar asociadas a un sonido de la voz: notas agudas, sentimiento intenso, volumen alto, etc. Por lo que disociarlas demostrándole al cuerpo que puede producir esos sonidos sin ellas es otra técnica muy útil.

Vamos a entrar en profundidad en ello, pero antes debemos empezar por lo más básico:

La postura

Forzar la voz te hará perder una buena postura, así que primero debes conocer la correcta.

Empecemos describiendo la postura en la que vamos a estudiar. La ideal debe ser cómoda y natural, y proporcionar la mayor estabilidad posible.

Los pies: Si estamos de pie, los pondremos separados con la misma distancia que los hombros tienen entre ellos; si estamos sentados, las plantas deben reposar completamente sobre el suelo.

La espalda: Recta, pero sin rigidez. Puedes comprobar la postura pegando los talones a la pared, apoyando la espalda y la nuca en ella. Si te sientas, procura hacerlo al borde de la silla, cerciorándote de mantener la espalda recta.

Algunas personas tienen una posición natural más encorvada que otras. Conoce la tuya, y no la fuerces ni la pongas demasiado rígida.

Cabeza y cuello: Mirando al frente, imagina que un hilo invisible tira suavemente de tu coronilla y estírate levemente.

Mandíbula: Relajada, los dientes superiores e inferiores están en contacto, pero sin presionar.

Lengua: Relajada también, su vértice o punta en contacto con los incisivos inferiores, el cuerpo reposando tocando, y debajo del paladar duro.

Las cinco tensiones

Típicas al forzar la voz

Vamos a señalar las más frecuentes en el uso de la voz, pero primero debes tener claro el concepto mismo, para no pasar por alto algo perjudicial o intentar corregir algo que está perfectamente bien. Así aprenderás a no forzar la voz.

¿Qué es una tensión? ¿Es posible cantar sin ninguna?

Una tensión es un esfuerzo, una acción muscular. Y no, no es posible cantar sin ninguna tensión… Pero hay que distinguir entre tensiones musculares necesarias o productivas y las que no lo son. Lo que ocurre es que en canto, siempre que hablamos de una tensión, nos referimos coloquialmente a una tensión innecesaria.

Las tensiones productivas son aquellas que necesitas para producir sonido, como por ejemplo el trabajo del diafragma y los abdominales, o para articular palabras, como las de la lengua, labios o mandíbula, o para cambiar el timbre de la voz, como los movimientos del paladar blando o velo del paladar.

Las improductivas van desde no tener ningún efecto sobre la voz hasta ser contraproducentes, es decir, impedirnos hacer lo que queremos conseguir. Incluso pueden llegar a ser perjudiciales para la salud.

Vamos a ir describiendo las tensiones improductivas más importantes y comunes en el canto, y cómo percibirlas y deshacernos de ellas: tomar conciencia de las mismas es, en algunos casos, suficiente para librarnos de ellas, como veremos más adelante.

Músculo digástrico y músculo milohioideo

El músculo digástrico se encuentra detraś de la barbilla y el milohioideo (este último en realidad son un par de músculos simétricos que forman el suelo de la boca), bajo el cuerpo de la lengua.

Puedes observar cómo trabajan si echas la lengua hacia atrás y haces fuerza con ella.

Esta tensión, muy frecuente, se produce cuando el músculo digástrico trata de impedir la subida de la laringe, otra tensión de la que hablaremos más adelante, forzando la lengua al intentar cantar notas agudas. Se crea una situación contraproducente, pues este esfuerzo es inútil para aumentar la altura de las notas, y resulta molesta e incluso dolorosa.

Puedes tomar conciencia, y empezar a relajar esta tensión si —colocando el dedo pulgar tras tu barbilla, debajo de tu lengua— tratas de cantar agudo forzando la voz.

Sin obsesionarte con el tema, trata de ir suavizándola poco a poco, prestándole atención cuando hagas ejercicios, se irá mitigando poco a poco… ¡No te desanimes si tardas semanas o incluso meses en lograrlo!

En canto moderno se usa el músculo digástrico como un importante monitor que nos avisará si nos tensamos. Muchas de la otras cuatro tensiones también van acompañadas por el esfuerzo de este músculo y su compañero, el milohioideo.

Subida de la laringe

La subida de la laringe por la tensión de los músculos del cuello encargados de la deglución es tan importante en el canto que merecerá, en la parte práctica del método, toda una serie de ejercicios que pueden ocupar semanas o incluso meses de estudio.

Se produce por la sensación de que necesitamos “alcanzar” físicamente las notas agudas, tal y como hacemos cuando gritamos, pero esta idea es equivocada.

Observa este movimiento mirando en el espejo cómo sube la nuez por la acción de los músculos suprahioideos (el estilohioideo, el famoso digástrico y el milohioideo). Si fuerzas mucho notarás una sensación de estrangulamiento, muy familiar para cantantes sin la voz educada.

Puedes disociar la voz aguda de la subida de la laringe bostezando y haciendo un suspiro a la vez, empezando por una nota muy aguda y bajando hasta una nota grave.

De hecho, una de las características distintivas del canto clásico es la posición baja de la laringe, pues se descubrió bastante pronto históricamente que ayudaba a ampliar el registro sin forzar la voz. Sin embargo, hoy día sabemos que no es imprescindible esta posición para cantar con facilidad y de forma segura.

Músculos de la mandíbula

Por cuestiones psicológicas, como el estrés, cargamos con mucha tensión los músculos de la mandíbula. Este problema, conocido como bruxismo, es muy común, y tu dentista puede explicarte mejor los perjuicios que produce a medio y largo plazo y cómo remediarlos (por ejemplo, colocándote una férula en los dientes al irte a dormir, usando una almohada y postura adecuadas, haciendo ejercicios de relajación al acostarte, etc).

Al margen de la conexión emocional que esta tensión tiene, sucede que la mandíbula como parte del sistema digestivo está diseñada para comprimir la comida —es uno de los músculos más poderosos del cuerpo humano— y no para permanecer abierta y relajada funcionando como un altavoz, como hace durante el canto.

Puedes tomar conciencia de esta tensión si abres la mandíbula ligeramente y la tensas, o si muerdes con fuerza. Verás cómo sus músculos, y posiblemente otros como el digástrico antes mencionado, se activan y tensan.

Podemos empezar a solucionar este problema abriendo la mandíbula ligeramente, dejándola caer levemente, masajeando con tus dedos los músculos alrededor de la articulación de la misma.

También podemos cantar alguna melodía articulando una ‘M’ y masticar muy suavemente a la vez.

Alternativamente, puedes morder suavemente la punta de la lengua y articular un sonido vocal con algunas escalas.

De estas maneras, disociaremos gradualmente la tensión de la mandíbula de las melodías.

Músculos externos del cuello y hombros

Existe la errónea creencia de que la energía de la voz parte de la boca y la garganta y que es ahí donde debemos amplificar su volumen. Esto nos lleva a cantar haciendo fuerza, empujando, gritando en definitiva.

Sin embargo, ya hemos aprendido cómo funciona la voz en realidad: la energía parte del apoyo de los músculos abdominales y del diafragma, que regulan la presión del aire, y de la resistencia a dicha presión de los pliegues vocales, con la participación de los resonadores para amplificar y enriquecer el sonido. Si no lo tienes claro repasa el funcionamiento de los sistemas respiratorio, fonador y resonador.

Esta creencia se manifiesta en forma de tensión, que parte de los hombros y se acentúa en el movimiento del cuello, y que también es transmitida al músculo digástrico.

Puedes tomar conciencia de esto si estiras el cuello hacia adelante, levantando la barbilla, un vicio común para un cantante no entrenado cuando intenta hacer agudos.

Del mismo modo, puedes echar la nuca hacia atrás y aproximar la barbilla al pecho, como haría el mismo cantante tratando de forzar su registro y alcanzar notas más graves.

Si exageramos estos gestos al cantar, notaremos que la tensión se transmite también a los hombros, que pueden elevarse y crisparse.

Puedes solucionar prestando atención a la postura de la cabeza, cuidando que permanezca inmóvil independientemente de la altura de la nota que estás cantando, lo que puedes percibir de tres maneras:

  •      Observando tus sensaciones musculares,
  •      Mirándote en el espejo o
  •      Grabándote en vídeo.

Músculos del Abdomen

Antiguamente se enseñaba que el apoyo diafragmático consistía en tensar los abdominales como si estuviéramos trabajándolos en el gimnasio. Hoy sabemos que sólo deben realizar el esfuerzo mínimo imprescindible para que el diafragma proporcione presión de aire de manera estable y en equilibrio con la resistencia de los pliegues vocales.

Mientras sigamos asociando cantar con fuerza tensaremos excesivamente el abdomen, pudiendo transmitirse esto al resto de tensiones antes mencionadas.

Esta tensión es posiblemente una de las más fáciles de resolver: canta con el abdomen relajado, apretando los abdominales lo mínimo necesario en la exhalación, y relajándolos en la inhalación.

No eran cinco: hay muchas más… Tics, meneos y temblores.

Por último, y sin entrar a describirlos en detalle, pues hay miles de posibilidades, existen movimientos involuntarios, reflejos, tics que realizamos al cantar. Aunque no sean algo crítico, nos hacen perder energía, y nos resulta más difícil ser conscientes de otras tensiones más importantes.

Tomarás conciencia de estos movimientos grabándote en vídeo, con mayor facilidad que viéndote en un espejo, pues de la segunda manera pueden pasar desapercibidos.

También es positivo tumbarte en el suelo y cantar para percibir y evitar movimientos y temblores de la cabeza y la espalda.

Crispar las manos, movimientos nerviosos de las piernas, gestos faciales involuntarios… Existen una multitud de pequeños esfuerzos que, si bien no son tan importantes como las tensiones que hemos mencionado antes, dificultan nuestro aprendizaje, nos hacen perder energía haciendo más trabajoso el canto, y nos impiden percibir con claridad qué es lo mínimo imprescindible que debes accionar para cantar… Todos estos inconvenientes te desconcentrarán y te harán más difícil transmitir al cantar, que al final es nuestro objetivo último.

Para terminar

El canto es algo muy amplio, tanto en técnicas como en estilos, y si bien no se puede decir que para cantar no debe haber ninguna tensión, si es razonable concluir con esto:

Un cantante debería tener un sonido “base” relajado, equilibrado y carente de esfuerzo, y usar en todo caso, la tensión y la fuerza en la voz como un efecto de estilo, siempre que tenga la técnica suficiente para hacer esto sin riesgo.

Si no nos deshacemos de la asociación de fuerza=cantar, ralentizaremos nuestro aprendizaje y lo convertiremos en una experiencia frustrante… Sé constante, pero no te obceques, no te desanimes y no dudes en preguntar y pedir ayuda.

¡El premio de cantar con confianza y comodidad es demasiado bueno para dejarlo escapar!

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